
Según estudios realizados por un equipo de científicos japoneses nos informan que las razones sean por el zumbido de la turbina durante las intervenciones, el olor característico a ciertos materiales dentales, ver las chaquetas blancas, imaginar la inyección de la anestesia, el tiempo de espera prolongado antes de ser atendido, entre otros.
Los niños y jóvenes son los más ansiosos y miedosos, por experiencias desagradables previas durante la infancia, las personas con malos hábitos de higiene son las más ansiosas.
En consecuencia, comunicamos a nuestros pacientes que en la actualidad no hay porque tener miedo al dentista, porque los tratamientos y sus resultados son cada vez más controlados y por lo tanto predecibles. Un trato cercano comprensivo, empático, sociable sumado a explicaciones dará seguridad considerando que el temor proviene de la inseguridad por lo que no se conocen.
En conclusión, no hay porque temerle al dentista porque la relación entre dentista y paciente en la actualidad se ha acortado, cada día son menos aceptados los profesionales soberbios que no escuchan, dueños de la verdad y no explican nada, mas por lo contrario, los pacientes aceptan mas a aquellos profesionales que sean capaces de interactuar, que se pongan en el lugar de ellos, con sentido humanitario y sobretodo con una capacidad de comprender la condición emocional y psicosocial de sus pacientes.
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